Os presento un pequeño esbozo sobre el origen de la energía y que ocurre corporal y psíquicamente cuando se produce una alteración en la libre circulación energética. Las causas de esta alteración puede ser emocionales/caracteriales y desde esta perspectiva abordo el tema, sin olvidar la importancia de la alimentación y el movimiento corporal.
Me gustaría presentar una ponencia introduciendo algunas ideas que no son nuevas, pero que a veces olvidamos.
Siempre hablamos de energía y por lo menos en mi caso, hasta hace poco, no habría sabido dar una definición convincente de que es la energía. Y seguramente ahora tampoco. Mi búsqueda y motivación me han llevado a entrar en un mundo más físico que psicológico. Pero como ya sabemos, lo que acabo de decir es un poco ridículo porque de sobra es conocido, que físico, psíquico, emocional y relacional son inseparables.
Seguramente energía es aquello que me permite moverme, sonreír, estar hablando ahora con ustedes, hacer el amor, pelearme etc.
Pero pasemos ya al tema de esta ponencia.
¿Cual es la fuente de energía?
Como saben la cuna de la energía es una zona situada en la mitocondria celular cuyo nombre es ATP (Adenosín Trifosfato). El ATP es nuestra fabrica de energía. Para ello necesitamos oxigeno y glucosa, que es el combustible. El oxigeno no es exclusivo de los pulmones, si no que es necesario en la mitocondria, se une con el carbono y el hidrogeno y forman agua y Co2, que eliminan los pulmones en forma de dióxido de carbono y de agua (orina)
Toda patología se produce cuando hay una alteración energética entre sistemas corporales, produciendo una ruptura, un desequilibrio homeostatico.
Cuando recibimos un estresor ya sea físico, psíquico o relacional, el organismo tiene sistemas para enfrentarse a ello. Tales como el Sistema Inmune, el Sistema Nervioso Central, el Sistema Límbico, el Sistema N Autónomo, que se activan inmediatamente que recibimos una situación interna o externa conflictiva, estos sistemas se activan para solventar el desafio.
Si este estresor es puntual, por ejemplo: una mala cara de nuestra pareja, un coche que casi nos atropella, cuando corremos porque nuestro tren tiene la salida a las 14,10h , las puertas se cierran a las 14h y 8 minutos y son las 14,5 minutos y vemos delante nuestro un pasillo que para recorrerlo tenemos que poner la directa y necesariamente tenemos que tomar ese tren porque no hay otro hasta el día siguiente y no tenemos dinero para un hotel esta noche.
Uff, es posible que se hayan estresado, pero si lo han hecho es solo un estrés puntual, no pasa nada, es pasajero.
Pero si los desafíos que se nos presentan, por más que lo intentemos a lo largo del tiempo no podemos resolverlos, se convierten en estresores continuos, produciendo una alteración y/o desequilibrio en nuestra energía y por lo tanto una patología a nivel psíquico, físico y relacional.
Por ejemplo, si tengo 10 años y vivo es una familia no amorosa, sino violenta, si recibo abusos constantemente de mis padres u otros adultos, o soy invisible para recibir una palabra de atención, una mirada de aceptación. Esto es algo que una niña no puede resolver, convirtiéndose en un estresor constante difícil de solucionar.
De igual manera si mis socios de trabajo a los que ayudé a crear la empresa y hacerla exitosa, me traicionan y me veo en la calle, es una herida difícil de curar.
El sistema inmune no hace diferencias entre una amenaza física, un virus, una herida, un estresor emocional, (la perdida de tu pareja, o si el próximo mes tendré pacientes para pagar la hipoteca).
El cuerpo siempre nos avisa, primero con alteraciones leves y poco a poco, si no le hacemos caso, será difícil solucionar la situación conflictiva, y tendremos alteraciones mucho más graves.
Estás patologías se convierten en compañeras durante mucho tiempo, nos adaptamos a ellas. El ibuprofeno silencia nuestros músculos y articulaciones, el orfidal nos duerme en un sueño artificial, las “negaciones y proyecciones son estupendas para salir artificialmente de los conflictos, “yo nunca soy responsable de nada”. De esta manera desarrollamos una resistencia al cambio. Preferimos acallar el síntoma, escapar momentáneamente y cuando el síntoma vuelve a presentarse volveremos a acallarlo y así hasta que el síntoma se haya convertido en una patología con tanta fuerza que ya no podemos ni acallarlo ni solucionarlo. La enfermedad se habrá hecho dueña de toda nuestra energía y por lo tanto de nuestra vida.
Nuestro carácter, es la mayor y más duradera resistencia.
Nos acostumbramos a enfrentarnos a los desafíos de la misma manera, creando una rigidez mental y física. Creo que lo peor que nos puede pasar es la inflexibilidad y el carácter se caracteriza por su rigidez.
Nuestra finalidad tanto a nivel psíquico, físico y relacional, será volver a recuperar nuestra flexibilidad, nuestra capacidad de adaptación de manera saludable, y devolver y repartir la energía por todo nuestro cuerpo.
Todo síntoma nos cuenta que estrategia ha desarrollado cada persona para enfrentarse a un desafío o conflicto, y según sea esta estrategia definiremos el tratamiento.
Puede que una estrategia sea inmovilizarnos, creando una estasis energética. Estamos paralizados por el miedo. Primero tendríamos que aumentar la energía, para trabajar las situaciones de miedo que la tienen atrapada, y al mismo tiempo equilibrar sus ejes de estrés. No puede enfrentarse al miedo, no tiene nada de energía, se colapsa.
También podemos usar la lucha como estrategia, entonces el SNA (Sistema Nervioso Autónomo) y el eje HPA (Hipotálamo, Pituitaria, Glándulas Adrenales) se activan. Todavía no se han agotado, pero seguramente ya estamos creando patologías autoinmunes.
Otra manera sería huir, escapar de la situación conflictiva porque nos desborda, no tenemos la energía suficiente para relacionarnos con el conflicto y solucionarlo. Por lo tanto El miedo a la propia intimidad y a la intimidad con los otros, nos sigue dominando.
También distinguiremos el tipo de conflicto, ya que tendrá relación con el órgano corporal que será afectado, (el síntoma).
No es lo mismo un conflicto de supervivencia, o de protección o de valoración o de territorio.
Desde el Análisis Bioenergético trabajamos con las estructuras corporales, psíquicas, emocionales y relacionales, por esto me parece imprescindible incluir en la exploración del cliente o paciente, los órganos y sistemas que están usando demasiada energía durante un tiempo largo, produciendo una ruptura de la homeostasis,
creando agotamiento, cansancio, dolor, depresión, obsesión, angustia, falta de autoestima, etc.
Así pues, las reacciones ante un estresor son las siguientes: la primera reacción es del Sistema Nervioso Autónomo, produciendo noradrenalina, después se activan los ejes de estrés, fundamentalmente el eje HPA, produciendo una serie de hormonas que permiten la producción de cortisol (hormona de las glándulas suprarrenales), que intenta calmar al SI, pero si no puede calmarlo, sigue activo .
Por otro lado, tenemos el Sistema Límbico, donde encontramos la amígdala, ésta recapta las catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) produciendo miedo e ira. Siguiendo el circuito llegamos a un agotamiento de la Serotonina, dando lugar a depresión, cansancio, fibromialgia, fatiga crónica, diabetes tipo 2 etc
A su vez se produce una activación del Sistema RAS (Renina, Angiotensina), cuyas consecuencias son vasoconstricción, problemas cardiovasculares, retención de líquidos, edemas, alteraciones del sueño.
Todos estos ejes se mantienen alterados ante situaciones de estrés no resueltas. Por lo tanto están gastando una cantidad de energía tremenda y robándonos vida.
Vida para movernos, sonreír, correr, relacionarnos, desear, etc
Mi propuesta para una buena organización energética, es que exploremos también, el Sistema Nervioso Simpático y Parasimpático, los ejes de estrés HPA, HPG (Hipotálamo, Pituitaria, Gónadas), RAS., y puesto que trabajamos corporalmente, atender no solo los nudos emocionales, sino también incorporar la alimentación y el deporte como parte del trabajo psico-corporal-emocional.