Supongo que habéis oído hablar de la teoría del cerebro egoísta de Achim Peters, un investigador alemán. Anteriormente a su teoría , “El cerebro egoísta” se creía que la energía se repartía por todo el cuerpo por igual. A Peters afirma que el cerebro se comporta egoístamente mediante el control de los flujos de energía, de tal manera que el cerebro se asigna energía a si mismo antes que a cualquier otro órgano. Si hay carencia de glucosa, el cerebro se apropia de la energía que necesita, no sufre, los que sufren son los otros órganos, ya que el cerebro sacará energía de donde sea.
A pesar que su masa constituye sólo el 2% del peso total del cuerpo, consume el 20% de los hidratos de carbono ingeridos durante un período de 24 horas, esto corresponde a 100 g de glucosa por día, o la mitad de la necesidad diaria de un ser humano.
Leo Pruimboom, investigador holandés, psiconeuroendocrinologo, creador de Natura Fundation. Realizó el siguiente test (TSST, Trier Social Stress Test) para comprobar que efectivamente en condiciones normales el cerebro es egoísta, y por lo tanto, el sistema más importante del cuerpo, pero, cuando el Sistema Inmune está activado, es éste el que necesita recoger toda la energía, siendo entonces superior al cerebro.
Leo Pruimboom pidió a un grupo de estudiantes que pusieran su mano en una vasija con hielo, sin saber los estudiantes, cuánto tiempo la iban a mantener, produciendo con ello un ESTRÉS FÍSICO.
Después les pidió que fueran contando hacia atrás restando 7 al dígito 2000, 1993, 1986, 1979, 1972, 1965, 1958, 1951, si se equivocaban volvían a empezar, lo que les llevaba a un ESTRÉS PSÍQUICO.
Y lo anterior se realizó delante de un jurado, activándose en este caso el ESTRÉS SOCIAL.
De esta manera, comprobó que ante esta situación de estrés el Glut 1 (que es un transportador de glucosa) del Sistema Inmune era superior al Glut 1 del cerebro.
Imaginemos una situación de estrés puntual como es la gripe. El cerebro en esa circunstancia solo quiere dormir y no relacionarse con nadie, pues no tiene glucosa suficiente para desarrollar sus actividades, ya que es el Sistema Inmune el que está en activo.
Ante una situación de estrés pasajero, el cerebro necesita un plus de glucosa y empieza a fabricar cortisol para producir gluconeogénesis e inhibir al SI; consiguiendo inhibir al Sistema Inmune solo en aquellas personas que no tienen una patología crónica, es decir, en las personas más sanas, pudieron en este caso llegar a una homeostasis.
Sin embargo; ante un estrés continuado (maltrato, abusos, paro…) el cerebro está agotado, ya no recibe la cantidad de ATP que necesita puesto que es el Sistema Inmune quien domina, por lo que será fácil el desarrollo de enfermedades tales como: Alzheimer, Demencia, Parkinson, Fibromialgia, Dolor Crónico, Depresión Mayor, Despistes, Olvidos, Diabetes tipo II, Obesidad, etc.
Recordar que los vínculos inseguros se mantienen en un lecho de estrés continuado.
Si el Sistema Inmune gana al cerebro es el paso a la patología. Se ha hecho dueño de la situación y la consecuencia una vez que ya está agotado, es robar energía a otros órganos, descomponer el tejido propio para seguir obteniendo glucosa. Es aquí donde aparecen las enfermedades autoinmunes.
El Sistema Inmune roba la energía del cartílago, del tejido conjuntivo, del tejido muscular, incluso, del tejido más duro del cuerpo, los huesos. Comienza a descomponer calcio, produciendo Osteoporosis, Caries, Gingivitis, Periodontitis, etc. Roba tanta energía que reduce de tamaño todos los órganos, mermando incluso el metabolismo basal.
Y vuelvo a repetir, ésta es la situación en la que muchos de nuestros pacientes nos llegan a las consultas, agotados energéticamente, con patología física y psíquica, con un biorritmo desecho, con problemas de sueño…