A lo largo de este resumen os explicaré como estamos sometidos/as a una inflamación silenciosa.
Nuestro estilo de vida, en las relaciones, en el trabajo, en la alimentación, en el ejercicio, tendría que ser nutritivo en todos los sentidos para mantener un excelente estado de salud.
En muchas ocasiones nuestra forma de vivir no es nutritiva, sino estresante. Convertimos las relaciones que deberían ser amorosas en abusivas, los trabajos creativos en monótonos y aburridos, la alimentación en lugar de saludable en venenosa, la agilidad física en pereza y obesidad.
En definitiva, convertimos una vida sana en una vida constantemente estresante.
¿Qué ocurre en nuestro organismo cuando el estrés es continuo?
Lo que ocurre es:
- El Sistema Nervioso Simpático se agota por exceso de trabajo.
- El Sistema Nervioso Parasimpático brilla por su ausencia.
- El Sistema inmune sigue trabajando y desenergetizándose.
Tanto el cerebro como el Sistema Inmune disputan por una energía que cada vez es más escasa.
Ante este estado de estrés constaste producimos y liberamos mensajeros inflamatorios.
La inflamación es una respuesta de nuestro organismo para protegernos de un mundo hostil. Sin este tipo de respuesta seriamos pasto de la invasión microbiana y las heridas nunca cicatrizarían.
La inflamación es importante para nuestra supervivencia, y sin embargo; cuando tenemos demasiada inflamación prolongada en el tiempo, esta se convierte en la base de todas las enfermedades crónicas, infartos, cáncer, enfermedad de Alzheimer, y en ocasiones como consecuencia depresión, angustia, estados disociados de la realidad, y viceversa. Estados psico-emocionales tienen su reflejo a nivel físico.
Una respuesta inflamatoria excesiva supone que el organismo se ataca a si mismo, y aparece la aceleración del envejecimiento y la enfermedad crónica.
Cualquier tipo de herida ya sea física o emocional, provoca un estado de estrés, y por lo tanto, una respuesta inflamatoria.
Para el médico romano Celso, 25 a. C. la inflamación es calor, color, hinchazón y dolor, el cual está mediado por un grupo de hormonas llamadas “eicosanoides”. Su papel consiste en informar a la célula de nuestro estado para que ésta actúe.
La inflamación silenciosa está por debajo del umbral de percepción del dolor, y por lo tanto; puede permanecer durante años o décadas, y durante todo este tiempo estarán atacando nuestros órganos (corazón, sistema nervioso, cerebro) hasta que aparece, bien una lesión orgánica, o una enfermedad crónica en forma de cardiopatía, cáncer o enfermedad de Alzheimer.
La inflamación clásica duele mientras que la inflamación silenciosa mata.
Tenemos varios indicadores de inflamación:
1. La proteína C Reactiva (PCR).
Esta proteína se libera en el torrente sanguíneo cuando hay inflamación. También es un indicador de riesgo de enfermedad cardiaca.
2. La ratio AA/EPA.
Consiste en medir el coeficiente de dos ácidos grasos en el torrente sanguíneo. El AA, acido araquidónico que constituye la clave de todos los eicosanoides proinflamatorios y el otro acido graso eicosampentanoico que constituye la clave de los eicosanoides antiinflamatorios y provocan rejuvenecimiento celular.
3. La resistencia a la insulina.
Es el mejor marcador para conocer la existencia de inflamación. Los niveles de insulina mayores a 10, tienen un valor productivo para el desarrollo de enfermedad coronaria que hacen elevar los niveles de LDL colesterol.
4. La ratio TG(triglicérido)/HDL colesterol.
Para evitar una inflamación silenciosa, es conveniente:
1º.- Cambiar el estilo de vida.
2º.- Variar el tipo de alimentación. No consumir alimentos que acidifiquen el cuerpo.
3º.- Eliminar las situaciones o relaciones que me producen un estrés continuado.
4º.- Ejercicio diario, al menos 30 minutos
Bibliografía: AZÚCAR DULCE VENENO, Dr Cidón Madrigal Editorial: Salud Naturalmente.
Elena Guerrero Labrador
Psicóloga Clínica, CV00692
Especialista en Análisis Bioenergético